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lunes, 16 de noviembre de 2009

¿Discípulos o Simpatizantes?

propiedad-de-jesus.jpgSegún el diccionario, “Simpatía” es una “comunidad de sentimientos, es decir, tener sentimientos en común. Es, también, el modo de ser de una persona, el cual le hace agradable ante los demás y produce una inclinación afectiva. La simpatía está llena de emociones y sentimientos, pero tal vínculo no incluye ninguna especie de compromiso.

La Iglesia Cristiana es, por así decirlo, simpática: son muchos los que se sienten atraídos hacia ella por una especie de identificación con valores como “lo bueno” o “lo bello”, pero no porque deseen establecer alguna relación estable, firme o comprometida. Así es nuestra iglesia: está llena de muchos simpatizantes y de pocos discípulos verdaderos. Para Jesús no es importante que muchos le digan “yo te sigo” sino que, quienes lo decian, lo hagan íntegramente y con buenas motivaciones, que sus seguidores tengan una buena razón para seguirle.

El siguiente versículo deja muy claro que ciertamente hay discípulos, pero que hay “de otros” entre los que vienen al Señor:

… salió Jesús de la ciudad acompañado de sus discípulos … y de una gran multitud… (Mar 10:46 NVI)

Lo Espiritual antes de lo Material

Vamos a ver varios pasajes donde se establecen diferencias entre los discípulos y los “simpatizantes”.

Comparemos la actitud contrastante de las personas que aparecen en estos dos pasajes:

–Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse. (Jua 6:26 NVI)

Luego entró en una casa, y de nuevo se aglomeró tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. (Mar 3:20 NVI)

En el primer pasaje vemos a un grupo de simpatizantes que le seguían a Jesús porque, gracias a Él, habían comido gratis. En el segundo pasaje vemos que Jesús y los Discípulos no podían saciar sus necesidades físicas porque tenian como prioridad lo espiritual. En Mateo 4 se relata la historia de la tentación del Maestro: vemos cómo Jesús cita la Escritura dando prioridad a lo Espiritual: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios

Cuando usted escuche un mensaje que intente conducirle a la búsqueda de lo material antes de lo espiritual, está frente a un mensaje falso, ajeno al Espíritu de las Escrituras. El verdadero discípulo pone lo espiritual antes de lo material. El verdadero discípulo está agradecido con Dios, tanto cuando tiene pan en abundancia como cuando sufre escasez.

Gratitud

Un día vinieron a Jesús unos leprosos, usted debe recordar la historia. Este relato nos muestra de nuevo el contraste entre discípulos y simpatizantes.

Recordemos que la lepra era una enfermedad incurable en ese tiempo, y que en la Biblia aparece como símbolo del pecado.

Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, (13) gritaron: –¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! (14) Al verlos, les dijo: –Vayan a presentarse a los sacerdotes. Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios. (15) Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. (16) Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano. (17) –¿Acaso no quedaron limpios los diez? –preguntó Jesús–. ¿Dónde están los otros nueve? (18) ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? (19) Levántate y vete –le dijo al hombre–; tu fe te ha sanado. (Luc 17:12-15 NVI)

[Foto de http://www.lifedynamix.com/articles/Spirit/Gratitude.html]Notemos que en el versículo 13 que lo llaman “Maestro.” Al llamarlo maestro están afirmando que están dispuestos a ser sus discípulos. ¡Pero sólo uno regresó con Jesús! En el versículo 14 vemos que Jesús los envía con los sacerdotes (que diagnosticaban la lepra y podían proclamar sanidad). Es claro que todos le creyeron a Jesús, ya que fueron. Tuvieron suficiente fe para ser sanados de su enfermedad.

Pero, insisto, sólo uno de ellos decidió regresar agradecido. El verdadero discípulo tiene, además de fe, gratitud a Dios. Todos recibieron sanidad, pero los otros nueve, cuando recibieron lo que querían, siguieron su camino.

Adoración

El el versículo 16 dice que “cayó su rostro en tierra a los pies de Jesús“, acto de adoración que únicamente se le da a Dios. Jesús recibió esta adoración.

Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano. (17) –¿Acaso no quedaron limpios los diez? –preguntó Jesús–. ¿Dónde están los otros nueve? (18) ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? (19) Levántate y vete –le dijo al hombre–; tu fe te ha sanado. (Luc 17:16-19 NVI)

Los verdaderos discípulos siempre adoran a Dios.
[Foto de Magbug http://www.flickr.com/photos/maryannemorgan/]Seguramente usted ha escuchado a gente que dice “mejor lleguemos tarde al culto ya para la Palabra, porque la adoración aburre. Mucha cantaleta”. Los verdaderos discípulos están llenos de adoración a Dios. No vienen únicamente a buscar lo que Jesús les puede dar, sino vienen a darle.

Hace unos años hubo una campaña evangelística en la Plaza de Toros de Guadalajara, a la cual invitamos a una persona que venía en silla de ruedas. Al terminar el evento pude ver a esta persona ya sana, saltando, con la silla de ruedas levantada en sus brazos. Me pregunto… ¿dónde está esa persona hoy en día? Hizo lo mismo que los nueve leprosos; recibió su sanidad, mas ya nunca regresó.

Jesús le dijo al hombre sano que regresó “Tu fe te ha salvado” (RV60). Los otros nueve tuvieron fe para ser sanados, pero éste recibió además la salvación. ¿Qué es más importante, una sanidad o la salvación eterna? ¿Que prospere tu negocio o que viva tu alma?

No Buscando Comodidad

Si pusiéramos un anuncio en la entrada de un auditorio que dijera “Venga a recibir su milagro” o “Venga y oraremos por su prosperidad”… ¡seguramente se llenaría de personas buscando usar a Dios para alcanzar sus metas materiales! Pero si pusiéramos uno que dijera ”Venga y vea le costo de ser discípulo” llegarían dos o tres. Aún a Jesús se le fueron:

–¿También ustedes quieren marcharse? (Jua 6:67 NVI)

Muchos predicadores intentan convencer a la gente diciendo “Acepta a Cristo… Dios está llorando desconsolado afuera de tu corazón… ¡déjalo entrar!”. Grave error: Dios NO es ningún mendigo. Ciertamente nuestro Dios es un Dios de misericordia y de amor, pero también es un Dios que demanda fidelidad. Los predicadores debemos enseñar sobre TODO el carácter de Dios y no únicamente la “parte bonita”, la que tiene que ver con recibir benciones, favores, milagros y recompensas. El Verdadero Discípulo no anda en búsqueda de su comodidad.

Conoce al Maestro

Los verdaderos discípulos se diferencian de los simpatizantes en cómo conocen al Maestro:

Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: –¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: (14) –Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas. (15) –Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? (16) –Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente –afirmó Simón Pedro (Mat 16:13-16 NVI)

[Foto de marketseq http://www.flickr.com/photos/marketseq/]Los simpatizantes tenían un montón de respuestas: decían que Jesús era Juan el Bautista, que era Elías el mata profetas o Jeremías el llorón. Hoy en día los simpatizantes tienen también respuestas erróneas sobre Jesús: dicen que Jesús se fue de muchacho al Tibet a estudiar con los Lamas, que tuvo hijos con María Magdalena, o que se fue a Grecia a estudiar la filosofía de Sócrates. Los que dicen estas cosas no conocen a Jesús. El verdadero discípulo conoce a su Maestro.

Para Jesús es importante que sus discípulos sepan quién es Él. Para Jesús es importante que sepamos porqué Él hace lo que hace, piensa lo que piensa, dice lo que dice.

Revelación de Verdades de Dios

Jesús le dijo a Simón Pedro que, la revelación que éste tenía sobre quién es Aquél, le vino de parte de Dios:

–Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás –le dijo Jesús–, porque eso no te lo reveló ningún mortal,* sino mi Padre que está en el cielo. (Mat 16:17 NVI)

Al verdadero discípulo le son reveladas las verdades de Dios.

Obediencia

Luego de predicar con denuedo en las calles e incluso luego de hacer milagros en el nombre de Dios, los apóstoles fueron apresados. Un ángel los sacó de la prisión y les dijo “Vayan, preséntense en el templo y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida.” (Hec 5.19)

No podemos comunicar sólo una parte del mensaje, notemos que hay que comunicarlo TODO. Luego de esto, la gente se enteró que ya no estaban en la cárcel y veamos qué respondieron los verdaderos discípulos:

En esto, se presentó alguien que les informó: “¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el templo y siguen enseñando al pueblo.” (26) Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles sin recurrir a la fuerza, porque temían ser apedreados por la gente. (27) Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó: (28) –Les hemos prohibido terminantemente enseñar en ese nombre. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte* de ese hombre. (29) –¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! –respondieron Pedro y los demás apóstoles–. (Hec 5:25-29 NVI)

[Generado con http://typogenerator.net]El Verdadero Discípulo entiende que las órdenes del Señor son más altas que las de los hombres.
Un amigo mío me buscó hace no mucho y me dijo que “le bajara” a mi predicación, porque estaba perdiendo amigos al denunciar prácticas contrarias a la Biblia infiltradas en la iglesia moderna. No estoy dispuesto a ”bajarle”: ningún discípulo verdadero debe bajar el mensaje de Dios para agradar a los hombres.

Sacrificio

Para terminar, veamos el caso de unos mártires del evangelio.

Timoteo, con Maura su esposa, no llevaban siquiera tres semanas de casados cuando fueron separados uno del otro por la persecución. Timoteo fue llevado ante Arriano, gobernador de The-bais, que hizo todo lo posible para inducirlo a abrazar la superstición pagana. Percibiendo que sus esfuerzos eran vanos, y sabiendo que Timoteo tenía las Escrituras, el gobernador le ordenó que las entregara para quemarlas, a lo que Timoteo respondió: “Si tuviera hijos, preferiría entregarlos para ser sacrificados, antes que separarme de la Palabra de Dios“. El gobernador, airado con la respuesta ordenó que le sacaran los ojos con hierros candentes, diciendo: “Los libros serán inútiles para ti, ya que no podrás leerlos”.

Timoteo soportó el castigo con tal paciencia que el gobernador se enojó aun más y ordenó que lo colgaran de los pies, con un peso atado en su cuello y una mordaza en su boca. Timoteo soportó este nuevo trance con gran valor. Cuando el gobernador se enteró que este hombre era recién casado y que estaba muy enamorado de su esposa, mandó a buscar a Maura y le prometió como generosa recompensa la vida de su marido, si ella lograba que él ofreciera sacrificio a los ídolos. Maura, vacilante en su fe e impulsada por el amor a su marido, aceptó la impía propuesta.

Ante su esposo, Maura trató de minar su constancia con el idioma del afecto. Cuando le sacaron la mordaza a Timoteo, éste le señaló a su esposa el error que ella cometía “por amor” y ratificó su resolución de morir por su fe. Maura insistía en salvar la vida de su esposo, hasta que Timoteo la censuró tan fuertemente que la hizo recapacitar y volver a su fe. El gobernador ordenó que la torturaran junto a su marido, lo cual fue hecho con gran severidad. Timoteo y Maura fueron crucificados uno cerca del otro, en el año 304 después de Cristo. [De Desarrollo Cristiano]

Un verdadero discípulo está dispuesto a sufrir y aún a morir antes de negar su fe. Éstos entregaron sus vidas por amor a su Maestro. ¿Lo haría usted?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Creados para adorar a Dios


Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… (Génesis 1:26).

AdorandoDios creó al ser humano a su imagen y semejanza.

De esta realidad se entiende que el Señor le dio al hombre un lugar especial, predominante, entre todo lo creado.

El hombre es el único ser con el que Dios tiene una relación profunda. Sólo el ser humano le puede adorar. Es decir, es el único que puede reconocer su magnificencia, arrodillarse, postrarse, reverenciar y rendir homenaje al Señor.

Después de la caída, fruto de la desobediencia, el ser humano perdió aquella perfecta comunión con el Padre. Dejó así de adorarle y, en su lugar, buscó infructuosamente y por su cuenta otras formas de acercarse a Dios. Más nunca pudo hacerlo hasta que apareció Jesucristo el Hijo de Dios.

Es por eso que, dice la Biblia, Jesús vino a buscar verdaderos adoradores.

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. (Juan 4:23)

La condición perfecta del hombre es en comunión con el Padre, lo que es imposible sin Cristo. Jesús le mostró a la mujer samaritana que no es con tradiciones ni con actos externos como se adora, sino con un corazón rendido completamente a Dios.

Pero, si hay verdaderos adoradores, eso significa que también los hay falsos. Un verdadero adorador se entrega por completo a Dios, se rinde incondicionalmente a Él, sin reservas. Y obedece siempre.

Y tú, ¿eres un verdadero adorador?

Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. (Isaías 43:7)

Estoy a tus puertas

Regalos de DiosPor su misericordia, Dios ha puesto muchas cosas a nuestro alcance para que las disfrutemos, tanto en el área espiritual como en la emocional y en la material. De Él proviene todo bien, es Él quien nos provee todas las cosas, en Él nada nos falta.

Personalmente he recibido enormes regalos de parte de Dios: mi esposa, una hija hermosa, la oportunidad de disfrutar con ellas la alegría de un hogar. Todo ello no tiene precio, es algo tan valioso que, bien lo sabemos, sólo Dios nos lo puede dar. Sin embargo, aún esto no se puede comparar con el regalo eterno de poder estar en su presencia, especialmente porque sabemos que Cristo pagó un precio muy alto para que sus hijos tuviéramos el incomparable honor de rendirle adoración.

Los cristianos tenemos un privilegio espiritual que debemos valorar por sobre todas las cosas: tenemos entrada libre al lugar santísimo. El velo que dividió por tanto tiempo su presencia de nuestras vidas se rasgó, no existe más. La sangre derramada del Hijo de Dios –y ninguna otra cosa- lo hizo posible. ¡Cómo no habríamos de presentarnos delante del Padre en un sacrificio vivo de adoración!

Adán recibió de parte de Dios todo lo que un hombre necesita para vivir, pero su desobediencia lo privó de lo más valioso que tenía, lo cual no era meramente estar en el huerto del Edén, sino su relación con Dios, la comunión con el Creador del universo.

El rey David sabía que estar a las puertas del tabernáculo era ya un privilegio. Tal vez el hecho de no ser un sacerdote de la tribu de Leví lo hacía sentirse ansioso, deseoso de entrar a los atrios, de estar frente al altar de sacrificio, de pisar el lugar Santo, de abrir el velo y postrarse en el lugar Santísimo frente al Arca del Pacto.

Es por eso que David escribió:

Salmo 84: 1-2 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.

Sólo de pensar que no tenía los mismos privilegios que los levitas, David estimaba sumamente valiosa la oportunidad de entrar al tabernáculo para servir al Dios Altísimo. Por eso agregó:

Salmo 84: 4-5 Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán. Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos.

David hubiera querido tener alas como un gorrión o como una golondrina para volar, para entrar al tabernáculo y así pasar inadvertido para descansar cerca del altar, para poner su nido y hacer su hogar en la misma casa de Dios:

Salmo 84: 3 Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.

Una vez que David entró a la presencia de Dios, no salió de ahí jamás. Su comunión con Dios fue lo más importante en su reino y en su vida como hijo de Dios. Es claro que David llegó a valorar este privilegio que Dios le dio, más que todas las cosas:

Salmo 84: 10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad.

Postrado ante tus pies para adorar...Sólo un cristiano nacido de nuevo logra entender y valorar este tesoro espiritual. Y por eso puede cantar de corazón, agradecido por el privilegio de poder postrarse ante Sus pies para adorar, escucharle y contemplar Su Majestad.

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